Afanado como siempre
en la torpe impostura:
que pertenezco contigo,
a tu lado, en tus aires,
te digo.
Que tus alas me mueven,
que soy donde tus ojos, y
más allá los trinos duelen,
las nubes altaneras,
me hablan en soledad
del lobo-hombre de frontera,
enormísimo misterio
que reside en ese lugar,
en el que tú nunca estás.
Audaz, también te digo
que fuera de ti
no existen mis huellas,
que el aire me sabe a pena,
y que lejos existe una estrella
a la que un día llamamos hogar.
Por algún lado había que empezar.
0 comentarios:
Publicar un comentario