martes, 31 de marzo de 2009

Un balcón a Granada







Cierra los ojos y siente
un suave engranaje en movimiento,
casi melódico,
asiste a una sinfonía silbante
de visiones cegadas
en el espejo brillante
de una tal Sierra Nevada.
Respira hondo,
el sol le baña la piel,
se siente partícipe
de esa magia intangible;
dos caballos pastan libertad
en los campos de la vega,
que queda a sus pies.

La ciudad orgullosa
le recita su embrujo al oído,
recodos y callejuelas empedradas,
caminan sobre el Darro
hacia el castillo rojo.
Paredes que narran
historias de sangre y sudor,
plazas representando teatros invisibles
sobre el paso de los siglos,
mezcolanza de culturas
en el acto principal.
Se para a observar
bares y estudiantes,
algarabía,
pasión,
alegría;
camina sobre la Historia noctámbula
que le corre por las venas
y se le escapa en una mirada
con tantos años como memoria.

Aquí la conoció,
aquí se enamoró
y esta tierra
le observa empezar de nuevo.
Sonríe,
-Volamos muy alto, y yo sé cuánto.
El suave devenir
sigue fluyendo tranquilo
al ritmo de sus pasos,
hoy es un día
tan bueno como cualquier otro
para disfrutar de su nueva vida.


Porque hay que aprender a mirar más allá de la superficie...

miércoles, 18 de marzo de 2009

El viento, el tiempo



Como me dijo una vez un gran amigo, Aute tiene una letra para cada momento de tu vida.
Vuelva a hablar por mí, maestro...

Primavera







Mis piernas cansadas dejarán de arrastrarse. Encontraré un lecho donde yacer pausadamente y caeré en un profundo sueño espoleado por el peso del pasado. Despiértame un mes de abril, con gotas de rocío desplomándose por verdes contornos, borrachos de clorofila. A la sombra de un árbol frutal. Despiértame y no me preguntes por la tristeza, se durmió a mi lado y soñamos un tratado de paz. No me molestes antes, no quiero saber de guerras, no quiero saber de sangre, ni de lágrimas, ni quiero tu condescendencia; déjame hibernar el conflicto y salir a hurtadillas de él.
Que al despertar vea la sonrisa del reencuentro, hacerme partícipe de la felicidad de los amantes que ansían aprenderse de memoria los pliegues de su piel con urgencia. Cuando una mirada tímida y un leve atisbo de sonrisa pintado en la boca de una mujer cualquiera, a la que nunca conocí, convierta un gesto cotidiano en un momento íntimo. No antes.
Caeré en un profundo sueño y todo será nada, pasará como llegó. Para entonces las flores estarán germinando. Si nos cae encima algún chaparrón -primaveral- con suerte la luz solar arrancará siete colores de cada lágrima de nube y me proyectará un puente por el que me pasearé alegre, tarareando quizá cierta canción. Y caerme, y rodar por un manto de flores. Y estornudar. Las pequeñas cosas.
Saberme libre de cadenas con mi impronta, al fin y al cabo.
Mientras espero estaré en un lugar remoto, fuera del alcance de este mundo, sacándome espinas clavadas a fuego en el alma. Confiando en que serás tu quien me traiga de vuelta, y que el brillo de tus ojos me de la bienvenida al Nuevo Mundo.


Dándole un nuevo giro a la historia...

jueves, 12 de marzo de 2009

Faro del alma




Volvieron a encapotarse los cielos, bajo las directrices de un crudo invierno que se aferraba al abismo de sus miradas con gélidas garras, a la temperatura en que las voluntades se quiebran en pedacitos brillantes como lágrimas. No hubo mucho que hacer para un sentir etéreo que en demasiadas ocasiones danzó en bailes de salón con la locura, no pudo ni justificar su desazón, arrastrada y ahogada en una tempestad seca y metálica como pocas se recuerdan...
Allí de pie, rendido ante ella, el batir de cien alas con aires de libertad se llevaron sin permiso su alma y encendieron con ella una antorcha en un alto acantilado, pensando tal vez que nunca se consumirían sus ganas de alumbrar el mar, pensando tal vez que aquella inmóvil embarcación podría encontrar su camino por siempre.
Pensando, tras un muro de cristal, que ese era su destino.



Y poco más...