De la mañana de verano
tranquila,
cuando bajo nubes leves
iba deshaciéndose el riachuelo,
saltando
entre pequeñas piedras romas,
salpicando agujas frescas,
insuflando vida
en los tobillos de las bañistas,
apenas muchachas
de risa limpia y sincera.
Y el sol colándose
grave
entre la umbra del pinar,
creando mosaicos cambiantes
en el informe y líquido lienzo,
móviles de papel celofán
para cunas sumergidas,
hechizo brillante,
belleza efímera,
espejismo que nace y muere
una y otra vez.
Así me encontré contigo,
tumbada en la frondosa hierba
meciéndote con la tenue brisa,
y vi que tu corazón era cristalino
y cálido
como aquella mañana,
como el vidrio recién templado,
y eras la risa de las chiquillas
jugando en la orilla,
y eras el artístico y dulce
reflejo del sol
en el agua.
Necesaria,
tejedora de destinos,
dueña del tiempo,
radiante.
lunes, 20 de agosto de 2018
Lumen coeli
miércoles, 15 de agosto de 2018
Testigo mudo
La fotografía me miraba, y no al revés. Tironeándome del pantalón y de la nostalgia, siendo yo tan dado a dejarme arrastrar a ese estado mental. Mirarme y volver a ver el mundo desde los ojos de un crío.
martes, 7 de agosto de 2018
Entropía
Recuerdo en altas temperaturas
como las de hoy,
cuando en otro plano existencial,
hace un par de vidas,
fuimos djinns del fuego,
genios ardientes enzarzados
en alto horno de arcilla,
dotándolo de su nombre,
de convección y propósito,
cocinando a fuego lento
el caldo primordial que nos sustenta.
Sudándonos el mar,
mi cuerpo se hacía líquido
y precipitándose en cascada
inundaba tus poros,
creaba corrientes y arrecifes,
gargantas y simas,
honda tierra y sal;
y tú nadabas en mí,
y eras la vida misma,
ahora una ninfa del agua
describiendo amplios círculos,
lamiendo el lecho,
alimentándote del limo,
abriéndote,
floreciendo.
Y yo me transformaba contigo
y ya no era ígneo duende
sino caballo salvaje al galope
dejando atrás montañas y valles,
piafando al pie del arroyo,
bebiendo de ti,
echando raíces;
y la tierra pulsaba gutural
al ritmo de latidos cavernosos,
así hasta dibujar el último risco
y la última hoja
del último árbol.
Y así disiparnos,
quedar como cuerpos celestes fríos,
hasta la muerte entrópica,
hasta el último susurro del aliento.
sábado, 4 de agosto de 2018
El amalgama
Baile de letras con silencios
y cierta pausa,
consecución disonante
de fonemas
a veces apresurados;
así es la palabra torpe,
corta,
redundancia vocal,
ruido,
peliagudo entuerto,
meliflua encriptación,
llave al reino de Oz.
Artilugios cuneiformes,
inventos, inventos,
inventos,
y así ad infinitum
hasta que no podamos,
de tanto entendernos,
entendernos más.
Si el baile de astros
no es suficiente,
si la energía no habla,
la centrípeta o la cinética,
si todo no está en su sitio,
si el baile de salón no alcanza.
Entonces escribe
en un papel radiactivo,
a la manera de los isótopos,
qué sé yo,
slcoejdygjeozjftje,
házmelo tragar,
háblame en plutonio,
y seguro te entiendo mejor.
jueves, 2 de agosto de 2018
Del costumbrismo y otras afecciones
Si no fuera por ti, sería por mí,
en uno de esos días en que me da igual,
me despierto así, no sé,
por compensar, imagino,
las veces que lejos de esto, del hoy,
vivo en el contorno limítrofe que sabemos,
el de las flores y las pieles,
y busco la razón de todo gesto,
y no me aguanto;
como para pedirte que lo hagas tú.
Y esto casi siempre sucede por la tarde,
cuando el sol se va escondiendo
justo delante de mi ventana;
como ser testigo diariamente
de la muerte del yo que ha sido
y que nunca es suficiente.
Siempre nos quedará mañana,
un poeta no debería tener vistas al oeste.
Pero hoy me da igual,
es uno de esos días, ya ves,
que me duele, pero lejos,
jaqueca leve, de analgésico.
Me duele el mundo y me peleo
con la mediocridad que identifico,
la sopa blanda que alimenta
pero nunca es suficiente,
como el yo que ha sido,
que no sacia,
y que muere diariamente
delante de mi ventana.
Me dejo ir con indiferente pulso
y me dueles tú como de costumbre.
Las horas templadas me pasan
y todo es tan normal,
tan insoportable como yo
en un día como hoy.
Me desperté así,
no sé,
por compensar, imagino.
Igual mañana vuelvo a ser poeta,
si no me asomo al atardecer,
si le doy la espalda al sangrado,
al moribundo y regio astro,
que la vida ya me late bastante
sin el puñal anaranjado.
Igual mañana no miro allá enfrente,
al oeste,
y todo me vuelve a importar.
que me aprieta la barriga.
Se me están sublevando las ganas."