Días grises

En días grises,
gotas de lluvia en la ventana,
salpicaduras del mar de luces,
música y reflexión...
Si me buscas,
me encontraré entre acordes de mi guitarra,
hablando el idioma de alguna canción...

Parémonos a escuchar, sólo por esta vez...

De alguna manera

Hable por mí, maestro...

El delicado bucle...

En tu ausencia,
hilaré la tela que ha de sostener mi hogar,
construiré fuertes muros,
inventaré otro dios al que adorar,
me quedaré en mi castillo
y no saldré jamás.
Hablaré con la luna,
soñaré que no tengo alas,
será una roca inquebrantable mi voluntad...

Convenceré al cielo de que no estoy triste,
pediré a las estrellas que dejen de llorar.

Mientras tus ojos no me miren
imaginaré el mundo en que no estás,
creeré en esa verdad con espinas
que no para de sangrar,
me lameré las heridas
y le aullaré a la soledad.

Caminaré hacia el horizonte sin descanso,
guardaré tu recuerdo en un tarro de cristal...

Cuando llamas a mi puerta, todo, alrededor, se apaga... y sé que somos tu y yo.

Consonante

...ayer no sucedía,
mas todo seguía ahí...
"No puedes escapar", decía,
no puedes librarte de mí.
Volvió la melancolía,
su opaca asfixia sentí,
me apresa su compañía
con cadenas de marfil...
Ningún camino me guía,
hace tiempo me perdí,
dejé la habitación vacía,
una lágrima en el jardín...
...en la noche de cualquier día
me muero por dentro sin ti...
Vuelve mañana, alegría,
vuelve mañana, por fin.

Esperando a la siguiente transformación, ¿será la luna llena?
Todo puede ser expresado con el debido maquillaje...

Quizá...

Por ser un estanque de agua clara,
el susurrar de un bosque de paz...
un paseo descalzo por fina arena,
una playa de coral.
Por ser la luna y las estrellas,
azul y azabache, quizá...
la fresca brisa en el alféizar,
un palacio de cristal.

Por tener tantos matices
ser tierra y ser hogar,
el árbol de la vida,
un lugar al que regresar.
Por ser ungüento que alivia heridas,
la roja sangre del palpitar,
tu nombre me trae horizonte,
tu presencia, libertad.

Quizá sea por eso...

Tantas cosas que no sé...

Pregunto...
Y me responde el silencio,
el aire que trae el olor de tu pelo,
las arrugas de las sábanas,
el almidón del recuerdo...

...pregunto...
Y me contestan las nubes encapotadas,
el frío por dentro...
la nieve sin cuajar del tejado y
las gotas de rocío de mi aliento.

Lo hace la luz que guardo en un cajón,
el polvo de hadas en las alas,
un sol curioso que se cuela en la alacena
y cómo no, tu mirada.

¿Por qué te quiero tanto?