jueves, 12 de marzo de 2009

Faro del alma




Volvieron a encapotarse los cielos, bajo las directrices de un crudo invierno que se aferraba al abismo de sus miradas con gélidas garras, a la temperatura en que las voluntades se quiebran en pedacitos brillantes como lágrimas. No hubo mucho que hacer para un sentir etéreo que en demasiadas ocasiones danzó en bailes de salón con la locura, no pudo ni justificar su desazón, arrastrada y ahogada en una tempestad seca y metálica como pocas se recuerdan...
Allí de pie, rendido ante ella, el batir de cien alas con aires de libertad se llevaron sin permiso su alma y encendieron con ella una antorcha en un alto acantilado, pensando tal vez que nunca se consumirían sus ganas de alumbrar el mar, pensando tal vez que aquella inmóvil embarcación podría encontrar su camino por siempre.
Pensando, tras un muro de cristal, que ese era su destino.



Y poco más...

2 comentarios:

Anna Bahena dijo...

en tiempos donde las voluntades se quiebran y las tormentas acechan, en tiempos donde el Alma se va y el cuerpo queda sin memoria.

Bellisimo.

Anna.

My dijo...

"Es el amor que vuelve.
¿Y qué hacemos ahora
si está la alondra del alba
cantando en la resina
de los cinco pinares
de tu muerte y la mía?

Fue demasiado pronto
pero ahora no es tarde."

Vuelvo a tu tren de sueños rotos
del que nunca me he bajado.

Te abrazo.