martes, 31 de marzo de 2009

Un balcón a Granada







Cierra los ojos y siente
un suave engranaje en movimiento,
casi melódico,
asiste a una sinfonía silbante
de visiones cegadas
en el espejo brillante
de una tal Sierra Nevada.
Respira hondo,
el sol le baña la piel,
se siente partícipe
de esa magia intangible;
dos caballos pastan libertad
en los campos de la vega,
que queda a sus pies.

La ciudad orgullosa
le recita su embrujo al oído,
recodos y callejuelas empedradas,
caminan sobre el Darro
hacia el castillo rojo.
Paredes que narran
historias de sangre y sudor,
plazas representando teatros invisibles
sobre el paso de los siglos,
mezcolanza de culturas
en el acto principal.
Se para a observar
bares y estudiantes,
algarabía,
pasión,
alegría;
camina sobre la Historia noctámbula
que le corre por las venas
y se le escapa en una mirada
con tantos años como memoria.

Aquí la conoció,
aquí se enamoró
y esta tierra
le observa empezar de nuevo.
Sonríe,
-Volamos muy alto, y yo sé cuánto.
El suave devenir
sigue fluyendo tranquilo
al ritmo de sus pasos,
hoy es un día
tan bueno como cualquier otro
para disfrutar de su nueva vida.


Porque hay que aprender a mirar más allá de la superficie...

3 comentarios:

Farero dijo...

Porque caminar por sus veredas, cruzar sus ríos y adentrarse entre sus montañas no es suficiente... Hay que vivir y sentir esta Granada nuestra... y renacer junto a ella respirando el aire nuevo de esta primavera, después de un duro y largo invierno que detuvo durante algunos instantes el motor de tu tren y de mi faro...

Un abrazo Viajante, Gracias de nuevo...

El Náufrago dijo...

Amigo mío,
esta Granada nuestra que llevamos a fuego en el alma. Sus calles, sus vientos, sus flores, olores y sus montañas.
Nuestro amor por ella nos da versos y se los regalamos con dulzura.


Un abrazo desde la isla,
El Náufrago...

Anna Bahena dijo...

Salud!

Un abrazo.

Anna