sábado, 28 de julio de 2018

Viento y arena

De viento y arena al cielo,
siempre un efímero toque de mar,
y salitre y rocío por velo,
lo intangible del aire,
ella etérea,
él inmaterial.

La arena no sabe enraizar
y el viento no entiende de amores,
de copas, de flores, de esfuerzos baldíos,
de abrazos, de espadas, de hogares,
de penas mayores que traspasan
corazones y voluntades.

El viento y la arena,
vuela la una, flota y levita, grácil al son
que marca y aúlla, el otro al tronar,
y viajando y flotando ella,
posándose apenas en dedos de manos
que se abren como flores al sol,
como ojos mirando hacia dentro,
más allá del ceño,
camino a la garganta,
ahogando un grito feroz,
apenas el tacto,
casi llevándose la pena,
levemente limpiando los peros,
los momentos inoportunos,
el aburrimiento supino,
casi.

Tú eras el viento, y eras la arena,
y yo la mano detrás del cristal,
¡no llores, pobre mío!
¿no ves la escultura de sal?
¿no ves que el viento es calmo y amable?
¡no aprietes, no ahogues!
que ella sólo existe en libertad.


Así de irresponsable es la erosión.
PD: Si sólo han sido un par de años, no exageres.

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