Vuelvo.
Me trae el luto de las sensaciones que quedaron muertas sin testigo, las palabras que siempre tengo que decir y no digo y que se me clavan en alguna parte apremiante del ser.
Porque se han ido y no van a volver, y eso soy yo. En eso me convertí.
Un charlatán con la voz quebrada, mal negocio, mon amie.
Y a pesar de las idas, fueron tantas las venidas donde pude,
no lo dude, llenar páginas de vida.
Y sucede que fue la brisa, insípida y despojada, la que me trajo a casa esta vez.
Ni media epifanía rebosando lúmenes. No señor.
El perdido gusto de escribirle a las minucias de la vida.
Y poco más.
Sirva esto como humilde primer ladrillo de un nuevo lugar,
de un nuevo proyecto enmarcado en unas vías usadas.
Una nueva estación. Una expresión, la mía.
Vuelvo a experimentar. Y de momento...
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