jueves, 30 de julio de 2015

Unicornios negros

Pongamos por caso, la causa ya no afecta al efecto.

ahora p no implica q

Gente gravitando por la vida, horrorizados y perplejos.

¿qué uso tiene aquí tu física?

Dejas caer el tenedor y va directo al techo.

el cerebro se niega hasta el desmayo 

Los rifles disparan sentido común y ya no sangra el soldado.

te mataré de aburrimiento, mequetrefe

El lenguaje no es correcto, sólo es sonoro.

reyes del box office,
los mechones de Elsa Lanchester,
 el superhombre de Nietzsche

Ella salva al príncipe de la alta torre, con dragón y todo.

esta no te la esperabas

Así el panorama, los niños sin inmutarse.

¿a qué viene tanto alboroto?



Los cisnes nunca fueron blancos, para empezar.





Quien dice cisnes dice unicornios.
P. D.: Estructuras, formas, cogiendo ritmo.

Chinchonería

Y es que me encanta, ¿sabes?, que arrugues la nariz y me llames, no sé, idiota, con una sonrisa a medias. A lo mejor hasta me das un golpecito con el puño que a mí me resulta adorable y me río, y tú piensas que estoy ofendiendo tu nada despreciable fuerza, y me das otro. Pero esta vez más fuerte. Y me dices que no me ría mientras das pequeños saltos para alcanzarme. Comprenderás que la escena me resulte irresistible. Estoy condenado. Me río con más ganas entonces, qué le voy a hacer. Por fin no puedes contenerte y te unes a mí. Aprovechas los últimos coletazos de la risa para decirme que soy un capullo. Y por esta vez probablemente lo merezca. Aún así me besas. Me encanta.
Me encanta que me entiendas, que me veas. Adoro que no sientas que tu dignidad está en peligro por mucho que te chinche. Me fascina esa seguridad. Me mueve.
Porque me pongo insufrible. Porque no hay momento que se salve del dudoso arte de la chinchonería.
Y aún así tú me besas. Mira que eres canalla.



Bendita paciencia.


martes, 28 de julio de 2015

¿Por qué ahora?

Vuelvo.

Me trae el luto de las sensaciones que quedaron muertas sin testigo, las palabras que siempre tengo que decir y no digo y que se me clavan en alguna parte apremiante del ser. 
Porque se han ido y no van a volver, y eso soy yo. En eso me convertí. 
Un charlatán con la voz quebrada, mal negocio, mon amie.

Y a pesar de las idas, fueron tantas las venidas donde pude, 
no lo dude, llenar páginas de vida.
Y sucede que fue la brisa, insípida y despojada, la que me trajo a casa esta vez. 
Ni media epifanía rebosando lúmenes. No señor. 

El perdido gusto de escribirle a las minucias de la vida.
Y poco más.   

Sirva esto como humilde primer ladrillo de un nuevo lugar, 
de un nuevo proyecto enmarcado en unas vías usadas. 
Una nueva estación. Una expresión, la mía.
 


Vuelvo a experimentar. Y de momento...